sábado, 16 de marzo de 2019

Oración del día del Seminario 2019


Padre Santo,


Tú has querido que el misterio de salvación que realizó tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, fuera prolongado en hombres configurados con su sacerdocio.

Haz que en toda la Iglesia se despierte el deseo de que muchos sean llamados a tu servicio.

Que los sacerdotes sean ejemplo por una vida santa.

Que la vida consagrada sea testigo de tu inefable amor.

Que las familias sean escuela de discernimiento.

Padre, haz de tu Iglesia un seno fecundo por la acción del Espíritu Santo en el que muchos escuchen tu llamada al sacerdocio.

Que nuestros seminarios sean lugares de encuentro y comunión en el co-razón de la Iglesia para la formación de pastores según tu corazón.

Amén.
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"El seminario, misión de todos" es el lema de este año para el Día del Seminario. La jornada se celebra el 19 de marzo, solemnidad de San José.

lunes, 4 de marzo de 2019

Oración al Padre Tomás Morales Pérez


Dios Padre, rico en misericordia, que concediste a tu siervo Tomás Morales, S.J., sacerdote, un entrañable amor a la Virgen María y un celo ardiente para impulsar en la Iglesia la santificación de los laicos, especialmente jóvenes. 

Te suplico una conciencia creciente de las exigencias de mi vocación bautismal
para que yo sea en el mundo fermento y testigo de tu amor y tu verdad.


Te ruego también, si esa es tu voluntad, te dignes glorificar a tu siervo Tomás,
por cuya intercesión te pido este favor... (se formula ahora la petición).


Así sea.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

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Oración para la devoción privada.

De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII,  declaramos que en nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad eclesiástica y que esta oración no tiene finalidad alguna de culto público.

El Padre Tomás Morales nació en Macuto (Venezuela), el 30 de octubre de 1908. Estudió en el Colegio de los Jesuitas de Chamartín y posteriomente en la Universidad Central de Madrid, obteniendo el premio extraordinario. Vivió activamente toda la realidad universitaria de aquellos años como presidente de los Estudiantes Católicos. Realizó el doctorado en Bolonia, alcanzando el premio Víctor Manuel II. A los veintitrés años ingresó en la Compañía de Jesús en Chevetogne (Bélgica) y fue ordenado sacerdote el 13 de mayo de 1942.

En 1946 regresó a Madrid donde comenzó una intensa labor con los trabajadores de empresa. Con ellos fundó el Hogar del Empleado, un movimiento apostólico de gran vitalidad que generó múltiples obras sociales.

Con visión profética consagra su sacerdocio a la animación de los laicos, convencido del precioso don que adquieren con el bautismo y sus enormes posibilidades cara a la misión de la Iglesia. Frutos de esta entrega son la fundación de los Institutos Seculares; Cruzados y Cruzadas de Santa María, y dos movimientos apostólicos, uno de matrimonios, Hogares de Santa María, y otro juvenil, Milicia de Santa María.

Su rica experiencia espiritual y educativa queda reflejada en sus libros Forja de Hombres (claves para la formación de apóstoles), Laicos en marcha (principios para impulsar la acción apostólica del laicado) y Hora de los laicos (reflexiones sobre la grandeza de la vocación bautismal).

Escribió también Semblanzas de testigos de Cristo para los nuevos tiempos, (relatos biográficos de santos relevantes, al hilo del año litúrgico), y otros escritos espirituales dirigidos a los miembros de los institutos que fundó.

Dios le otorgó un rico conjunto de cualidades humanas, morales y espirituales: voluntad fuerte, valentía y gran libertad de espíritu; alta capacidad intelectual y de trabajo, amor al hombre concreto y fina sensibilidad para el bien y la belleza natural.

En las iniciativas, intrépido, acometía las obras fundado en las virtudes sobrenaturales: fe, amor a Cristo y una confianza inmensa en la Virgen María.

Hombre de profunda vida interior, comprendió enseguida el alto valor de la vida contemplativa.

El Espíritu Santo quiso suscitar, por su medio, un número notable de vocaciones a este estado de vida.

Ha sido su vida plena, densa, de una entrega total al trabajo apostólico, incesante e incansable.

Empezó a vivir para siempre en Alcalá de Henares (Madrid), el 1 de octubre de 1994, festividad de Santa Teresa del Niño Jesús.

Se ruega a quienes obtengan gracias por su intercesión, las comuniquen al Secretariado Tomás Morales (C/ Benito Gutiérrez 45. 28008 Madrid). E-mail: padremorales@planalfa.es

lunes, 25 de febrero de 2019

Oración en familia para el día de la Epifanía del Señor


La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en un lugar digno de la casa.

Quien proclama el evangelio dice:

Escuchemos el santo Evangelio según san Mateo (Mt 2, 1-12)

«De pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra...».

Un niño: 

Jesús, amigo y hermano nuestro. Estamos muy contentos hoy. Los Reyes nos han traído muchas cosas y queremos darte las gracias, porque todo lo bueno procede de ti. Te queremos pedir también por lo niños que sufren y pasan más necesidad, para que reciban hoy tu bendición. A ellos y a nosotros enséñanos a ser siempre buenos. Que seamos obedientes con nuestros padres, que te amemos a ti y a nuestra familia cada día más y podamos darte la alegría de ser cada día mejores. 

Amén.

Delante del belén se puede cantar un villancico (“Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”...) o realizar unas peticiones.

Un niño o el más joven puede hacer esta oración:

Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.

domingo, 24 de febrero de 2019

Oración de Cuaresma


Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.

Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.

Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.

Que transformemos la obscuridad
y el dolor en vida y alegría.

Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

miércoles, 2 de enero de 2019

Oración en familia para el día de Santa María, Madre de Dios


La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en
un lugar digno de la casa.


Quien proclama el evangelio dice:

 
Escuchemos el santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 16-21).


«Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.


María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho».


El padre o la madre:

 
María, Madre de Dios y Madre nuestra, te ofrecemos este año que hoy estrenamos. Te pedimos que en él recibamos las continuas bendiciones de tu Hijo, nuestro Dios y Señor, y que seamos testigos vivos de fe por la santidad de nuestras obras.


Todos:
 

Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita!

Delante del belén se puede cantar un villancico (“Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”...).

 
Un niño o el más joven puede hacer esta oración:

 
Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.

martes, 25 de diciembre de 2018

Oración en familia para el día de la Sagrada Familia


La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en un lugar digno de la casa. 

Durante este día se puede fijar el momento para, delante de las imágenes de Jesús, María y José, rezar un misterio del Santo Rosario. 

Quien proclama el evangelio dice: 

Escuchemos el santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 22-40). «Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él. 

Misterio del Santo Rosario: el nacimiento del Niño Jesús

Intención: queremos ofrecer este misterio por todas las familias para que, siguiendo el modelo de María y José, acojamos al Niño en nuestras familias. 


- Dios te salve, María (10 veces)


Delante del belén, se puede cantar un villancico (“Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”…). 

Un niño o el más joven pueden hacer esta oración:

Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.
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Esta oración en familia es adecuada para el día de la Sagrada Familia que se celebra el domingo que cae entre la Octava de Navidad (del 25 de diciembre al 1 de enero). Si no hay domingo entre esos dos días, se celebra el 30 de diciembre. 

Véase, también, la Oración para la Fiesta de la Sagrada Familia y la Oración por la familia.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Adeste fideles



Adeste, fideles, laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte, Regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

En grege relicto, humiles ad cunas,
Vocati pastores adproperant.
Et nos ovanti gradu festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus:
Deum Infantem, pannis involutum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Pro nobis egenum, et foeno cubantem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis non redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Hay una versión más extensa:

Adeste fideles laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte, Regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Cantet nunc io Chorus angelorum,
Cantet nunc aula caelestium
Gloria, gloria in excelsis Deo
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus:
Deum Infantem, pannis involutum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Ergo qui natus die hodierna
Jesu, tibi sit gloria
Patris aeterni Verbum caro factum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Deum de Deo, Lumen de Lumine,
Gestant puellae viscera,
Deum verum, Genitum non factum.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

En grege relicto, humiles ad cunas,
Vocati pastores adproperant:
Et nos ovanti gradu festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Stella duce magi, Christum adorantes,
Aurum, tus, et myrrham dant munera.
Iesu infanti Corda praebeamus;
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Pro nobis egenum, et foeno cubantem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis non redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Traducción al español de la versión larga:

Acudan, fieles, alegres, triunfantes,
vengan, vengan a Belén,
Vean al recién nacido, el Rey de los ángeles.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.

Que cante ahora el Coro de los ángeles,
que cante ahora la corte celestial.
Gloria, gloria en las alturas a Dios,
vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.

El eterno resplandor del Padre Eterno
veremos velado bajo la carne:
a un Dios niño, envuelto en pañales.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.

Así pues, a ti que has nacido el día de hoy,
Jesús, a ti sea la gloria.
Palabra del Padre Eterno hecha carne.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.

Dios de Dios, luz de luz.
Lo gestan las entrañas de una doncella,
Dios verdadero, engendrado, no creado.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.

He aquí que, habiendo abandonado el rebaño, humildes a la cuna.
Los pastores convocados se aproximan.
Y nosotros apresurémonos con paso alegre.
Vengan, adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.

Con una estrella como guía los magos, para adorar a Cristo,
le entregan oro, incienso y mirra como regalos.
Al niño Jesús ofrezcamos nuestros corazones.
Vengan,adoremos, vengan, adoremos,
vengan, adoremos al Señor.

A quien por nosotros es pobre y está acostado en el heno
démosle calor con tiernos abrazos.
¿Quién no correspondería con su amor al que así nos ama?
Vengan, adoremos, vengan, adoremos
vengan, adoremos al Señor.
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Adeste fideles, en español, "Venid fieles" o "Acudan fieles", es un himno muy popular en varios países, que se usa en Navidad, en ocasiones como villancico, desde el Siglo XVIII. También se le conoce como Himno Portugués porque se cantaba en la misión portuguesa de Londres en dicho siglo y porque hay quien le atribuye la autoría a Juan IV de Portugal, el "rey músico". En su biblioteca se han encontrado manuscritos del año 1640 con esta obra. Sin embargo, otros autores se lo han atribuido a John Francis Wade en 1743 o John Reading, organista de la Catedral de Winchester (Reino Unido), de 1675 a 1681 que, parece ser, lo popularizó.


domingo, 23 de diciembre de 2018

Oración en familia para el día de Navidad



La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en un lugar digno de la casa. Un lector (alguien de la familia) dice:

Nos ha amanecido un día sagrado; venid naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.

Quien proclama el Evangelio dice:


Escuchemos el santo evangelio según san Juan (Jn 1, 1-18). «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Éste estaba en el principio junto a Dios. Por medio de Él se hizo todo, y sin Él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Él. No era Él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de Él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: “Este es de quien dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer».

Delante del belén se puede cantar un villancico (por ejemplo, “Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”...).

Un niño o el más joven puede hacer esta oración: 


Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Aleluya, el Señor es nuestro Rey

 
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

Cantad al Señor un cántico nuevo, 

porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

El Señor da a conocer su victoria,

revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

Los confines de la tierra han contemplado

la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

Tocad la cítara para el Señor,

suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.

Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

Retumbe el mar y cuanto contiene,

la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor que llega para regir la tierra.

Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.
Aleluya, aleluya.
El Señor es nuestro Rey.

Regirá el orbe con justicia

y los pueblos con rectitud.

Aleluya, aleluya,
nos llegó la salvación.
Aleluya, aleluya,
nos llegó la salvación.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Definición de Calcedonia


Nosotros, entonces, siguiendo a los Santos Padres, unánimes enseñamos a todos a confesar a uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, perfecto en deidad y perfecto en humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, con alma racional y cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a su naturaleza divina, y consustancial con nosotros en cuanto a su naturaleza humana; en todo como nosotros, pero sin pecado; engendrado por el Padre desde la eternidad en cuanto a su naturaleza divina; y en estos últimos días, por nosotros y para nuestra salvación, nacido de la Virgen María, Madre de Dios en cuanto a su naturaleza humana; uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito.


Lo reconocemos en sus dos naturalezas: dos naturalezas no mezcladas ni confundidas; sin cambio o mutabilidad; sin división y sin separación; la unión de las dos naturalezas no destruye sus diferencias; sino más bien las propiedades de cada naturaleza se preservan y concurren en una única persona y en una única subsistencia y existencia; estas dos naturalezas no están de ningún modo partidas o divididas entre dos personas, sino están en uno y el mismo Hijo, Unigénito, Dios Verbo, el Señor Jesucristo, como los profetas nos instruyeron desde el principio, el mismo Señor Jesucristo nos enseñó, y el Credo de los Padres nos legó.
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La definición de Calcedonia, también conocida como Credo de Calcedonia, es una declaración del Concilio Ecuménico de Calcedonia del año 451 con el fin de acabar con la herejía del monofisismo (error de Eutiques) y reconocer la plena divinidad y la plena humanidad de Nuestro Señor Jesucristo.