jueves, 31 de marzo de 2022

Oración a San Benjamín


Oh, Señor, que concediste la fe y la fortaleza a tu diácono y mártir san Benjamín,

otórgame la valentía de darte a conocer a las personas que se crucen en mi camino.


Haz que sepa transmitirles la belleza de tu bondad y de tu amor.


Dame la esperanza para confiar en el cielo que nos has prometido y la caridad para amarte y amar al prójimo con tu amor.

Por intercesión de santa María, te lo pido.

Amén.

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San Benjamín de Argol, también conodido como Sab Benjamñin de Persia) fue un diácono que fue martirizado en el año 424 por evangelizar en la antigua Persia. Su festividad se celebra el 31 de marzo. Es patrono de los predicadores y evangelizadores.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Oración de los esposos



Señor, nuestro Dios, te bendecimos por tomar en tus manos nuestro amor.

 

Ayúdanos a cumplir nuestra misión.

Ven a compartir nuestra vida.

Ayúdanos a formar a nuestros hijos, a ser testigos de tu amor en nuestra familia
y en la comunidad.

Danos fuerza en los desalientos.

Comparte nuestras alegrías.

Señor, bendice nuestro amor.

Amén.

martes, 29 de marzo de 2022

Himno a la Beata Florida Cevoli

 

Beata Florida Cevoli,
amante de raudo vuelo,
el fuego de sus heridas
en tu costado se ha abierto.

Y adentro, en el corazón,
Jesús ha dejado un sello:
grabadas llevas en carne
las marcas de tus deseos.

Florida, junto a Verónica
del mismo pozo bebiendo:
las llagas de Cristo Esposo,
sin tasa amando y sufriendo.

Es su Pasión sacrosanta,
del nuevo Adán, nuevo huerto:
el mundo está en Jesucristo,
en sus amantes naciendo.

Florida, de tus hermanas
hermana y madre a sus ruegos,
gozando cuando les sirves,
unidas en santo empeño.

¡A Cristo Dios coronado
de espinas en sus cabellos
la gloria infinita ciña
eternamente en los cielos!

Amén.
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Florida Cevoli (1685-1767) fue una beata italiana que, se caracterizó por la oración, la contemplación, la humildad, la austeridad y la pobreza. Tenía fama de santa y, en 1993 fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II.

lunes, 28 de marzo de 2022

Oración del día del Seminario 2022


Oh, Señor,
que guiaste a tu pueblo por el desierto
a la tierra prometida;
Tú llamaste a los discípulos
y caminaste con ellos anunciando el Evangelio
y los condujiste a Jerusalén,
para que, a través de tu pasión y muerte,
conocieran la gloria de tu resurrección.

 

Ahora, que acompañas a tu Iglesia,
peregrina en el mundo,
te pedimos que envíes sacerdotes
que caminen hoy junto a aquellos
que convocas en tu Iglesia;
que nos fortalezcan y consuelen
con la unción del Espíritu Santo;
que nos animen e iluminen
con la predicación de tu Palabra;
que nos alimenten y sostengan
con la celebración de la eucaristía
y la entrega de su propia vida.

Amén.

domingo, 27 de marzo de 2022

Oración para empezar la primavera


Gracias, Señor, por esta agua que llega
del aire hasta los campos, hasta el bosque y el huerto;
gracias por tu palabra que riega este desierto
del alma, prometiendo las horas de siega.

Gracias por tanta gracia, tanta cuidada entrega,
por el sol que calienta este corazón yerto;
gracias por estas flores primeras que han abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.

Gracias porque te he visto latiendo en los bancales,
favoreciendo, urdiendo los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa con la rama.

Gracias porque me enseñas a ser en lo que era,
al olvidar mis estiajes en esta primavera;
gracias porque es llegado el tiempo del que ama.

 

Amén.

viernes, 25 de marzo de 2022

Acto de Consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque Tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, Tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón Inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que Tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.
Tú, Estrella del Mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, Arca de la Nueva Alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, “Tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.
Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.
Reina de la Familia Humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la Paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu Madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón Inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la Paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz.

Amén.
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La Consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María se ha celebrado en Roma, por el Papa Francisco, el 25 de marzo de 2022.

sábado, 19 de marzo de 2022

Oración del Papa Francisco a San José


Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.

Amén.
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Es una oración del Papa Francisco que aparece al final de la Carta Apostólica Patris Corde, publicada el 8 de diciembre de 2020 con ocasión del 150 aniversario de la declaración, por el Papa Pío IX, de San José como Patrono de la Iglesia Universal.