Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima Sangre de Vuestro Divino Hijo Jesús, junto con las Misas que se digan hoy en todo el mundo:
- por todas las santas almas del Purgatorio,
- por los pecadores en todas partes,
- por los pecadores en la Iglesia Universal,
- los de mi propio hogar, y dentro de mi familia.
Amén.
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Esta Oración Maravillosa que libera mil almas del Purgatorio, se recomienda que se rece todos los días. El Salvador aseguró a Santa Gertrudis la Magna, religiosa cisterciense del Monasterio de Helfta en Eisleben (Alemania), a finales del siglo XIII, que esta oración liberaría a mil almas del Purgatorio cada vez que se ofreciese, extendiéndose también la Promesa a la conversión y salvación de las que todavía peregrinan en la Tierra.