Te damos gracias, Padre,
por las promesas que hiciste a tu pueblo
de llevar a cabo con los tuyos
la "justicia y el derecho en la Tierra".
Te damos gracias por el regalo
de la esperanza en la liberación:
esperanza de vivir en paz,
esperanza de verificar tu amor,
esperanza de combatir el odio,
esperanza de libertad.
Tú eres, Señor, "nuestra justicia".
Sabemos que vienes y que vendrás.
Danos un corazón vigilante,
que no se embote
con la preocupación del dinero
y los intereses de este mundo,
sino que esté despierto para abrirte
cuando llames a la puerta.
Sabemos por la fe
que nuestra liberación se acerca
e intentamos alzar nuestras cabezas.
Deseamos mantenernos
"en pie ante el Hijo del Hombre".
Por eso te decimos:
"ven Señor, no tardes".