Santo educador, danos sabiduría y entendimiento para que alcancemos la prosperidad en el estudio.
En las épocas de dificultad, regálanos claridad para superar los problemas y triunfar.
Melchor:
Llegamos a ti, querido Niño, después de haber recorrido el mundo que Tú has venido a Salvar.
Hemos hecho sonreír a todos los niños, hemos cultivado la su fe y sus ilusiones, hemos repartido regalos y regalos…
Pero traemos el corazón cansado y dolorido:
Nos duele que en nuestra fiesta se olviden de la estrella.
Nos duele que piensen más en los cofres que en ti.
Nos duele que los regalos estén tan mal repartidos.
Nos duele tantos niños que mueren en los brazos por culpa del egoísmo.
Gaspar:
Hoy te traemos, querido Niño, no ya oro, ni incienso ni mirra.
Te traemos:
Las lagrimas de tantas madres por sus hijos.
El hambre de tantos niños porque les falta pan.
Las llagas de los enfermos por falta de medicinas.
Te traemos también:
El paro de obreros.
El desarraigo de los inmigrantes.
La sin voz de los encarcelados.
La angustia de los niños que ven a sus padres separados.
El grito sordo y anónimo de millones de abortos.
No queremos seguir así, Jesús, porque lloras y eres niño.
Baltasar:
Te vamos a decir otras cosas que hemos visto:
Hay muchas estrellas y muy bonitas en el cielo.
Constelaciones de estrellas que se llaman “voluntarios”.
Cantidad de misioneros, portadores de luz y consuelo.
Movimientos que luchan por otro mundo más humano.
Familias que son iglesias resplandecientes.
Niños inocentes que, de verdad, te quieren.
Testigos misericordiosos que reparten bondad, ternura, perdón.
Iglesias pobres en las que se siente tu presencia.
Te hemos visto, Jesús, en tantos pobres, enfermos, niños…
Hoy, querido Niño, no te regalamos nada.
Pero te pedimos tres cosas:
Que nos mires y nos sonrías.
Que no se nos vuelva a ocultar la estrella por nuestra culpa.
Que nos bendigas, para que podamos seguir recorriendo con ilusión los caminos de nuestra vida.
Amén.