Acompáñame, Jesús, para dejar la comodidad de mi casa, de mis amigos y trabajos, para empeñarme más en aquello que el Evangelio necesita de mis manos y de mi esfuerzo.
Acompáñame, Jesús, para renovar mi Bautismo, para dejarme empapar de tu Espíritu, para ser, con mi vida y mis obras… tu amor encarnado, para ser instrumento en tus manos que produce “melodías de Evangelio”.
Acompáñame, Jesús, para escuchar mi nombre y una llamada: “Tú eres mi Hijo.”
Para que nunca falten en tu causa buenos testigos que pregonen tu Palabra, que sean testigos de tu Reino con sus obras de amor encarnado y comprometido, que ofrezcan lo que son y tienen, y que por su testimonio de vida entregada, Dios sea conocido, amado y bendecido.
Acompáñame, Jesús, para renovar, levantar, ilusionar y mejorar, incentivar y alimentar, revitalizar y fortalecer lo que un día, por la fuerza del Espíritu, me hizo hijo de Dios, miembro de la Iglesia, testigo de tu Reino: el bautismo.