viernes, 4 de mayo de 2012
Promesa a Dios
Señor Dios, hoy os hago una promesa.
De ahora en adelante, con la ayuda de vuestra fuerza, eliminaré completamente de mi mente todo lo que es oscuro, el odio, la ira, la tristeza, los celos, el sentimiento que se satisface con la infelicidad ajena y nunca más dejaré brotar en mi mente tales sentimientos.
Dadme fuerzas para poder cumplir esta promesa.
Con Vuestro permiso, os entrego mi voluntad, mi sentimiento y mi pensamiento.
Haced fluir en mí vuestra voluntad, vuestro pensamiento y vuestros
sentimientos nobles, elevados y puros.
Mi corazón ya no es mío, fue dado por Vos, al mismo tiempo es dedicado a Vos.
Me esforzaré para purificar mi corazón y para tornarme digno del objetivo con el que me entregué al Señor.
Amén.
viernes, 27 de abril de 2012
Oraciones antes de salir de viaje
Señor, que llenas todo lugar con tu presencia: acompáñame en
este viaje, para que llegue a mi destino y vuelva
a casa sano y salvo. Que mi viaje sea un
anuncio de alegría a todos los que encuentre, un mensaje
de esperanza, un testimonio de vida cristiana.
Amén
Amén
O bien:
El Señor
omnipotente y misericordioso dirija nuestros pasos por el camino de la
paz y de la prosperidad; que el Arcángel Rafael nos acompañe, para que con
salud, paz y alegría podamos volver a nuestros hogares.
Señor, danos a todos los presentes un viaje feliz y un tiempo de paz,
a fin de que, en compañía de tu santo Arcángel, podamos llegar felizmente
al lugar a donde vamos y, por fin, a la vida eterna.
Amén.
jueves, 26 de abril de 2012
Oración a las madres
Señor, Tú también tienes una Madre.
La tuya está en el Cielo, es María, pero en algún tiempo estuvo en la Tierra.
Ayúdanos, Señor, a pedir por nuestras Madres, aunque Tú no necesitas pedir por la tuya.
Ellas, nuestras Madres, siempre están pidiendo por nosotros.
Justo es que nosotros alguna vez pidamos por ellas.
De las Madres se han dicho cosas bellísimas, todas se las merecen ellas.
Ojalá nunca pudiera decirse nada malo de las Madres.
Por eso, Señor, concédenos Madres que conozcan que la misión maravillosa que Dios les ha encomendado es dar vida, es la maternidad.
Concédenos Madres que sepan amar a sus hijos con amor intenso, con amor cristiano, porque el amor de instinto no basta.
Que amen a Dios en sus hijos y que, con todo su amor, encaminen a sus hijos a Él.
Con un amor que lleve hasta el sacrificio, porque la Madre debe de ser toda para sus hijos.
La Madre tiene que ser capaz de sacrificar por ellos su cuerpo, su belleza, olvidarse de todo, menos de que es Madre.
Y siempre estará ahí para sus hijos.
No solo es Madre por traer hijos al mundo, sino por que los educa, los cuida, los ama hasta el día de su muerte.
Señor que toda Madre, críe a sus hijos con delicadeza y esmero.
Haz, Señor, que el modelo de nuestras Madres sea tu Madre bendita.
Que la protectora de nuestras madres, sea la siempre Virgen María, tu dulce y amorosa Madre.
Señor que a ella acudan todas las Madres en sus afanes, que a ella imiten en sus acciones.
Porque María, tu Madre, también es nuestra Madre.
Porque ella siguió todos tus pasos.
Señor haz que así sean nuestras madres.
Amén.
miércoles, 18 de abril de 2012
Secuencia Pascual
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
martes, 10 de abril de 2012
Acción de gracias al Buen Pastor
Te
damos gracias, Señor
porque
eres el amor y la vida,
el Buen
Pastor.
Sin
nombrarte o reconociendo
tu nombre,
todos
los hombres te buscan.
También
te buscamos nosotros,
cuando
escuchamos tu voz
y te
seguimos.
Te bendecimos,
porque el Espíritu,
que
todos llevamos dentro,
nos
impulsa a reconocer tu palabra y tu obra
en las
encrucijadas de la vida,
allí
donde hermanos nuestros
trabajan
por la verdad,
la
justicia, la libertad.
En el
fondo de nosotros mismos
sentimos
una llamada a la vida,
a la
bondad, a la sinceridad.
Es el
eco de tu voz que resuena
en lo
más profundo
de cada
ser humano.
Con la
inmensa muchedumbre de los que te siguen
te
damos gracias.
lunes, 9 de abril de 2012
Oraciones de Santa Brígida durante doce años
Oración inicial
Oh Jesús, ahora deseo rezar la
oración del Señor siete veces junto con el amor con que Tú santificaste esta
oración en tu Corazón. Tómala de mis labios hasta tu Sagrado Corazón. Mejórala
y complétala para que le brinde tanto honor y felicidad a la Trinidad en la
tierra como Tú lo garantizaste con esta oración. Que esta se derrame sobre tu
santa humanidad para la glorificación de tus dolorosas heridas y la
preciosísima Sangre que Tú derramaste de ellas.
Amén.
1. La circuncisión
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las primeras heridas, los primeros dolores y el primer derrame de sangre como expiación de los pecados de mi infancia y de toda la humanidad, como protección contra el primer pecado mortal, especialmente entre mis parientes.
2. La agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco el intenso sufrimiento del Corazón de Jesús en el Huerto de los Olivos y cada gota de sudor de sangre como expiación de mis pecados del corazón y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.
3. La flagelación
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre de la flagelación como expiación de mis pecados de la carne y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y la preservación de la inocencia, especialmente entre mis parientes.
4. La coronación de espinas
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada cabeza de Jesús luego de la coronación de espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el reino de Cristo aquí en la tierra.
5. Cargando la cruz
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos en el camino a la cruz, especialmente la santa herida en su hombro y la preciosísima sangre como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de palabra, como protección contra tales pecados y para un verdadero amor a la cruz.
6. La crucifixión de Jesús
Padre Eterno, por medio de las
manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco a tu Hijo
en la cruz, cuando lo clavaron y lo levantaron, las heridas en sus manos y en
sus pies y los tres hilos de la preciosísima sangre que derramó allí por
nosotros, las extremas torturas del cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su
renovación no sangrienta en todas las santas misas de la Tierra, como expiación
de todas las heridas contra los votos y normas dentro de las Órdenes, como
reparación de mis pecados y los de todo el mundo, por los enfermos y moribundos,
por todos los santos sacerdotes y laicos, por las intenciones del Santo Padre
por la restauración de las familias cristianas, para el fortalecimiento de la
Fe, por nuestro país y por la unión de todas las naciones en Cristo y su
Iglesia, así como también por la diáspora.
7. La llaga del costado de Jesús
Padre Eterno, acepta como dignas,
por las necesidades de la Santa Iglesia y como expiación de los pecados de toda
la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que manó de la herida del
Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con nosotros. ¡Sangre de
Cristo, el último contenido precioso de su Sagrado Corazón, lávame de todas mis
culpas de pecado y las de los demás! ¡Agua del costado de Cristo; lávame totalmente
de las penitencias del pecado y extingue las llamas del Purgatorio para mí y
para todas las almas del Purgatorio! Amén.
Aquí
está lo que les pido que digan (treinta días, inmunidad inmediata):
Oh Padre Celestial, por
el amor de tu amado Hijo Jesucristo, cuya pasión en la cruz, nos salvó del
pecado, por favor salva a todos aquellos que todavía rechazan su mano
Misericordiosa. Inunda sus almas, querido Padre, con tu prenda de amor. Te
suplico Jesús que con tu Padre Celestial, escuches mis oraciones y salves estas
almas de la eterna condenación. A través de tu Misericordia, permíteles ser los
primeros en entrar a la Nueva Era de Paz en la Tierra.
Amén.
Amén.
Deben
decir esta oración por siete días consecutivos y les será dado el don de la
absolución total y el poder del Espíritu Santo:
Oh mi Jesús, Tú eres la Luz de la
Tierra. Eres la llama que toca todos los corazones. Tu misericordia y amor no conocen
límites. No somos dignos del sacrificio que hiciste con tu muerte en la cruz. Sin
embargo sabemos que tu amor por nosotros es mayor que el amor que tenemos por
ti. Concédenos, Oh Señor, el don de la
humildad, para que así seamos merecedores de tu Nuevo Reino. Llénanos con el Espíritu Santo,
para que así podamos marchar hacia adelante y guiar a tu ejército para proclamar
la verdad de tu Santa Palabra y preparar a nuestros hermanos y hermanas para la
Gloria de tu Segunda Venida a la Tierra. Te honramos. Te alabamos. Nos ofrecemos a nosotros mismos,
nuestras penas, nuestros sufrimientos, como un don a ti para la salvación de
las almas. Te amamos Jesús. Ten Misericordia de tus hijos
donde sea que ellos estén.
Amén.
Amén.
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Santa
Brígida recibió dos juegos de oraciones de Nuestro Señor
Jesucristo (ver las quince oraciones de Santa Brígida para rezar durante un año en el post de 3 de abril de 2012)
y otro juego de Nuestra Madre la Santísima Inmaculada Virgen María. De
la Santísima Virgen recibió la devoción diaria a sus Siete Dolores que
se reza durante doce años. En caso que
la persona que las rece muera antes que pasen los doce años, el Señor aceptará
estas oraciones como si se hubieran rezado en su totalidad. Si se saltase un
día o un par de días con justa causa, podrán ser compensadas al final de los doce años.
Promesas:
1. El alma que las reza no
sufrirá ningún Purgatorio.
2. El alma que las reza será
aceptada entre los mártires como si hubiera derramado su propia sangre por la
fe.
3. El alma que las reza puede
(debe) elegir a otros tres a quienes Jesús mantendrá luego en un estado de
gracia suficiente para que se santifiquen. Hay que escribir tres nombres
de personas vivas en un papel y guardarlo. Los nombres no se pueden cambiar.
4. Ninguna de las cuatro
generaciones siguientes al alma que las reza se perderá.
5. El alma que las reza será
consciente de su muerte un mes antes de que ocurra
martes, 3 de abril de 2012
Las quince oraciones de Santa Brígida para rezar durante un año
Primera oración
¡Oh Jesucristo, sois la eterna dulzura de todos los que os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de vuestra Concepción y especialmente durante vuestra Sagrada Pasión; tal como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena con vuestros discípulos les lavasteis los pies; y después, les disteis vuestro Sacratísimo Cuerpo y vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi Alma está triste hasta la muerte".
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado en vuestro Sagrado Cuerpo antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojado de vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los ojos y la cara infligiéndoos bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores, que habéis soportado antes de vuestra Pasión en la Cruz, concededme, antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción, y la remisión de todos mis pecados. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando vuestros enemigos, como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas os suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor!, que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
Segunda oración
¡Oh Jesús, verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando vuestros enemigos, como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas os suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor!, que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido bajo vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y, no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron vuestro Cuerpo en la Cruz y, a fuerza de jalones y de violentos estirones, en todas direcciones, dislocaron vuestros Huesos.
¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, os suplico me concedáis la gracia de temeros y amaros. Amén.
Tercera oración
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido bajo vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y, no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron vuestro Cuerpo en la Cruz y, a fuerza de jalones y de violentos estirones, en todas direcciones, dislocaron vuestros Huesos.
¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, os suplico me concedáis la gracia de temeros y amaros. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos vuestros miembros, que fueron distendidos a tal grado que no ha habido dolor semejante al vuestro. Desde la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por vuestros enemigos a vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Cuarta oración
¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos vuestros miembros, que fueron distendidos a tal grado que no ha habido dolor semejante al vuestro. Desde la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por vuestros enemigos a vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, espejo del Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación las almas que habían de condenarse. A la luz de vuestra Divinidad habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y piedad, y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén.
Padrenuestro...
Quinta oración
¡Oh Jesús, espejo del Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación las almas que habían de condenarse. A la luz de vuestra Divinidad habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y piedad, y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén.
Padrenuestro...
Ave María...
¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos vuestros parientes y amigos, con la excepción de vuestra muy amada Madre. En vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos. Luego, la encomendasteis a vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria: "Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!"
Os suplico, ¡Oh mi Salvador!, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y, en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, tened piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Sexta oración
¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos vuestros parientes y amigos, con la excepción de vuestra muy amada Madre. En vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos. Luego, la encomendasteis a vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria: "Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!"
Os suplico, ¡Oh mi Salvador!, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y, en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, tened piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "Tengo sed". Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Séptima oración
¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "Tengo sed". Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, dulzura de los corazones y deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte, para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Octava oración
¡Oh Jesús, dulzura de los corazones y deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte, para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, virtud real y gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en voz alta que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Por esta angustia, os suplico, ¡Oh mi Salvador!, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.
Novena oración
¡Oh Jesús, virtud real y gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en voz alta que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Por esta angustia, os suplico, ¡Oh mi Salvador!, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, principio y fin de todas las cosas, sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. En consideración a la enormidad de vuestras llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a vos, todos vuestros Mandamientos, cuyo camino en vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que os aman. Amén.
Décima oración
¡Oh Jesús, principio y fin de todas las cosas, sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. En consideración a la enormidad de vuestras llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a vos, todos vuestros Mandamientos, cuyo camino en vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que os aman. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las llagas que penetraron hasta la médula de vuestros huesos y entrañas para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de vuestro rostro tan justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de vuestras llagas hasta que vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Undécima oración
¡Oh Jesús, abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las llagas que penetraron hasta la médula de vuestros huesos y entrañas para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de vuestro rostro tan justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de vuestras llagas hasta que vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de llagas con que fuisteis herido, desde la cabeza hasta los pies. Esas llagas fueron laceradas y enrojecidas, ¡Oh dulce Jesús!, por la efusión de vuestra adorable sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en vuestra carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubisteis de hacer por nosotros que no hayáis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de vuestra Pasión, que el fruto meritorio de vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, vuestro amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh amabilísimo Jesús! Vos sois el tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que os pido me concedáis en el Cielo. Amén.
Duodécima oración
¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de llagas con que fuisteis herido, desde la cabeza hasta los pies. Esas llagas fueron laceradas y enrojecidas, ¡Oh dulce Jesús!, por la efusión de vuestra adorable sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en vuestra carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubisteis de hacer por nosotros que no hayáis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de vuestra Pasión, que el fruto meritorio de vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, vuestro amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh amabilísimo Jesús! Vos sois el tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que os pido me concedáis en el Cielo. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la cabeza y dijisteis: "Todo está consumado". Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente esté tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Padrenuestro...
Decimotercera oración
¡Oh Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la cabeza y dijisteis: "Todo está consumado". Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente esté tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Padrenuestro...
Ave María...
¡Oh Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de su esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de vuestra alma, a vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre en tus Manos encomiendo mi Espíritu!" Desgarrado vuestro cuerpo, destrozado vuestro corazón, y abiertas las entrañas de vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por vuestra Preciosa Muerte, os suplico, ¡Oh Rey de los santos!, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, a la carne y al mundo, a fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y, a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Decimocuarta oración
¡Oh Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de su esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de vuestra alma, a vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre en tus Manos encomiendo mi Espíritu!" Desgarrado vuestro cuerpo, destrozado vuestro corazón, y abiertas las entrañas de vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por vuestra Preciosa Muerte, os suplico, ¡Oh Rey de los santos!, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, a la carne y al mundo, a fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y, a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Ave María...
¡Oh Jesús, verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de sangre que tan generosamente habéis derramado de vuestro sagrado cuerpo. Vuestra preciosa sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De vuestro costado, perforado con la lanza por un soldado, ha brotado sangre y agua, hasta no quedar en vuestro cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la cruz, la muy fina y delicada carne vuestra fue destrozada; la substancia de vuestro cuerpo fue marchitada y disecada la médula de vuestros huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de vuestra preciosa Sangre, os suplico, ¡Oh dulcísimo Jesús!, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.
Decimoquinta oración
¡Oh Jesús, verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de sangre que tan generosamente habéis derramado de vuestro sagrado cuerpo. Vuestra preciosa sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De vuestro costado, perforado con la lanza por un soldado, ha brotado sangre y agua, hasta no quedar en vuestro cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la cruz, la muy fina y delicada carne vuestra fue destrozada; la substancia de vuestro cuerpo fue marchitada y disecada la médula de vuestros huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de vuestra preciosa Sangre, os suplico, ¡Oh dulcísimo Jesús!, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, ¡Oh mi Señor!, a Vos. Haced que mi corazón sea vuestra habitación perpetua. Y que mi conversación sea agradable. Que el fin de mi vida os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos vuestros santos. Amén.
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Santa Brígida de Suecia (1303-1373). Fue declarada santa en 1391; es considerada además la santa patrona de Suecia, aptrona de las viudas y una de las patronas de Europa. Su fiesta es el 23 de julio.
Santa Brigida, escribió: "Mi amado hermano, yo estaba
sumergida en las más grandes amarguras de la vida. El dolor, la
enfermedad, la pobreza y el abandono me afligían. Con amor, cada tarde
leí estas Oraciones, mi vida ha sido transformada milagrosamente y el
Señor, fiel a sus promesas, me ha colmado de gozo, bienestar, riqueza y
consuelo. Lo que Jesús ha hecho por mí, miserable pecadora, lo hará
también por ti, mi amado hermano. Lee cada día estas oraciones".
Todos estos privilegios fueron prometidos a Santa Brígida desde una imagen de nuestro Señor Jesucristo Crucificado, a condición de que ella rezase todos los días estas oraciones, y son también prometidos a todos aquellos que las recen devotamente cada día durante el período de un año.
Todos estos privilegios fueron prometidos a Santa Brígida desde una imagen de nuestro Señor Jesucristo Crucificado, a condición de que ella rezase todos los días estas oraciones, y son también prometidos a todos aquellos que las recen devotamente cada día durante el período de un año.
La santa, durante su vida, tuvo numerosas visiones. Deseaba saber el número de los
golpes que nuestro Señor había recibido durante su Pasión, un día Él se
le apareció diciéndole: «Hija mía, he recibido 5480 golpes sobre mi
cuerpo. Si tú quieres honrarlos dirás 15 Padrenuestros y 15 Ave Marías
con las oraciones siguientes (que le enseñó) durante un año. Pasado el
año, tú me habrás honrado por cada una de mis llagas».
Y añadió: «Quienquiera que rece estas oraciones durante un año tendrá estos beneficios":
1. Liberará del Purgatorio a quince almas de su estirpe.
2. Quince justos de su estirpe serán confirmados y conservados en gracia.
3. Quince pecadores de su estirpe se convertirán.
4. La persona que las rece llegará al mayor grado de perfección.
5. Quince días antes de morir recibirá mi precioso Cuerpo de modo que será
liberado del hambre eterno y beberá mi preciosa Sangre para que no tenga
sed en la eternidad.
6. Quince días antes de morir tendrá una contrición amarga de todos sus
pecados y un perfecto conocimiento de ellos.
7. Pondré el signo de mi Cruz victorioso ante ella para socorrerla y
defenderla contra los ataques de sus enemigos.
8. Antes de su muerte yo vendré a ella con mi amada Madre.
9. Recibiré con bondad su alma y la llevaré a los gozos eternos.
10. Y, conduciéndola hasta allá le daré, con singular trato, a beber de
la fuente de mi divinidad; cosa que no haré con aquellos que no hayan
recitado estas oraciones.
11. Necesitas saber que a quienquiera que haya vivido durante treinta años
en pecado mortal y diga devotamente estas Oraciones o se haya propuesto
hacerlo, yo le perdonaré todos sus pecados.
12. Lo defenderé de las tentaciones.
13. Le conservaré sus cinco sentidos.
14. Lo preservaré de la muerte repentina.
15. Salvaré su alma de las penas eternas.
16. Obtendrá todo lo que pidiera a Dios y a la Santa Virgen María.
17. Si hubiera vivido siempre según su propia voluntad y debiera de
morir mañana, su vida se prolongará.
18. Todas las veces que rezare estas oraciones ganará la indulgencia
parcial.
19. Estará seguro de estar junto al coro de los Ángeles.
19. Estará seguro de estar junto al coro de los Ángeles.
20. Si alguien las enseñara a otro, tendrá gozo y mérito sin
fin, estables sobre la tierra y eternamente en Cielo.
21. Donde fueran pronunciadas estas oraciones, Dios estará presente con
su gracia».
Si multiplicamos las quince oraciones por los trescientos sesenta y cinco días del año, nos da un total de cinco mil cuatrocientos setenta y cinco azotes. Parece ser que los otros cinco se refiere a sus otras cinco llagas (manos, pies y costado) que, en este caso, no fueron producidas por el látigo, sino por los clavos y la lanza. Estas cinco llagas más los cinco mil cuatrocientos setenta y cinco azotes, da un total de cinco mil cuatrocientos ochenta golpes que recibió, en su Cuerpo, Nuestro Señor Jesucristo.
lunes, 2 de abril de 2012
viernes, 30 de marzo de 2012
Oración para rezar en familia el Domingo de Ramos
Señor Jesús, con este mismo ramo te acompañamos hoy a recordar tu entrada en Jerusalén, con nuestra presencia en el templo dijimos que somos tus seguidores y que tú eres el rey de los reyes.
Ahora te pedimos que protejas a nuestra familia de todo mal y nos conviertas en testigos de tu amor y tu paz, para que un día podamos reinar contigo en la Jerusalén celestial, donde vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
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Esta oración se puede rezar en familia antes de colocar el ramo bendito en algún lugar de la casa
Véase también la Oración para colocar la palma bendita del Domingo de Ramos.
jueves, 29 de marzo de 2012
Oración a Santa Magdalena Sofía Barat
Admiro en ti, Magdalena Sofía,
a la mujer fuerte y frágil,
a la mujer tierna y firme,
a la mujer exigente y compasiva.
a la mujer fuerte y frágil,
a la mujer tierna y firme,
a la mujer exigente y compasiva.
Admiro en ti a la mujer activa,
con esa actividad aprendida
al contemplar el Corazón de Cristo.
con esa actividad aprendida
al contemplar el Corazón de Cristo.
Admiro en ti a la mujer de contrastes:
amiga de los humildes,
tratas con sencillez a los grandes de este mundo;
amiga del silencio y la oración,
recorres los caminos de Europa
para dar a luz y sostener a tus comunidades;
sabes amar con fuerza
y sabes también separarte.
amiga de los humildes,
tratas con sencillez a los grandes de este mundo;
amiga del silencio y la oración,
recorres los caminos de Europa
para dar a luz y sostener a tus comunidades;
sabes amar con fuerza
y sabes también separarte.
Admiro en ti, Magdalena Sofía,
tu ardor al servicio de las familias,
de los niños y de los jóvenes.
Me gusta tu creatividad, tu dinamismo,
y esa capacidad de renovarte
que te permitió decir a los 83 años:
"El mundo cambia,
debemos cambiar nuestro plan de estudios."
tu ardor al servicio de las familias,
de los niños y de los jóvenes.
Me gusta tu creatividad, tu dinamismo,
y esa capacidad de renovarte
que te permitió decir a los 83 años:
"El mundo cambia,
debemos cambiar nuestro plan de estudios."
Gracias, Magdalena Sofía,
por no dejarte paralizar por tu propia debilidad
y permitir que, en ella, actuara la fuerza de Dios.
por no dejarte paralizar por tu propia debilidad
y permitir que, en ella, actuara la fuerza de Dios.
Siguiéndote a ti, hemos descubierto
que la fuente de la vida nace de un Corazón herido.
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Santa María Magdalena Sofía Barat (1779-1865), religiosa francesa, fundó la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, consagrando su vida a crear Escuelas en Francia y otros países, donde pudieran estudiar los más necesitados. Fue canonizada en 1925.
que la fuente de la vida nace de un Corazón herido.
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Santa María Magdalena Sofía Barat (1779-1865), religiosa francesa, fundó la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, consagrando su vida a crear Escuelas en Francia y otros países, donde pudieran estudiar los más necesitados. Fue canonizada en 1925.
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