jueves, 16 de abril de 2009

Señor resucitado



Señor resucitado
Tú vives, has resucitado de entre los muertos.
Tú vives, ha sido un milagro patente.
Tú vives, la muerte ha sido vencida.
Tú vives, la vida es más grande que la muerte.
Tú vives, primicia de todos los vivos.
Tú vives, y eres la vida.
Tú vives, tu carne no ha conocido la corrupción.
Tú vives, no has sido abandonado a la muerte.
Tú vives, y nos enseñas el camino de la vida.

Señor resucitado, sé nuestra fuerza, nuestra vida.
Señor resucitado, danos la alegría de vivir.
Señor resucitado, ábrenos a la inteligencia de las Escrituras.
Señor resucitado, enséñanos a caminar como hermanos a tu encuentro.
Señor resucitado, haz de nosotros una comunidad en marcha, una comunidad viva y de vida. Señor resucitado, pon calor en nuestros corazones.
Señor resucitado, pon claridad en nuestros ojos de creyentes.
Señor resucitado, pon humildad en nuestra vida entera para reconocerte como vivo.
Señor resucitado, pon espíritu en nuestra alma para llegar a la santidad.

jueves, 9 de abril de 2009

Oración al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo

Te damos gracias, Padre Santo, porque nos has creado para que vivamos y seamos felices.

Te pedimos que sepamos ser responsables de este don tan maravilloso que nos ha hecho y que un día podamos alcanzar y gozar de la vida eterna que nos ha prometido.

Te damos gracias, Señor Jesús, porque quisiste ser en todo semejante a nosotros para darnos ejemplo y que podamos seguir tus huellas.

Te pedimos que, siguiéndote como buenos discípulos, imitemos tu ejemplo y vivamos coherentemente con la fe, la esperanza y la caridad que has puesto en nuestros corazones.

Te damos gracias, Espíritu Santo, porque has querido habitar en nosotros como en un templo haciéndonos hijos del Padre y miembros de Cristo.

Te pedimos que con tu fuerza y tu ayuda seamos siempre dóciles a la voluntad de Dios, busquemos en todo momento vivir unidos a Cristo y nuestro corazón deje de ser un corazón de piedra para convertirse en un corazón de carne; un corazón capaz de amar y de servir, y que pueda esperar confiado la resurrección en el último día.

jueves, 26 de marzo de 2009

Hacia ti, morada santa (canto de entrada)


Hacia ti, morada santa,
hacia ti, tierra del Salvador,
peregrinos, caminantes, vamos hacia ti.

Venimos a tu mesa, sellaremos tu pacto,
comeremos tu carne, tu sangre nos limpiará.
Reinaremos contigo en tu morada santa,
beberemos tu sangre, tu fe nos salvará.

Somos tu pueblo santo, que hoy camina unido,
Tú vas entre nosotros tu amor nos guiará.
Tú eres el camino, Tú eres la esperanza,
hermano de los pobres, Amén. Aleluya.

sábado, 14 de marzo de 2009

Dios es fiel (canto de entrada)


Dios es fiel, guarda siempre su alianza
libra al pueblo de toda esclavitud;
su palabra resuena en los profetas,
reclamando el bien y la virtud.

Pueblo en marcha por el desierto ardiente,
horizontes de paz y libertad,
asamblea de Dios, eterna fiesta
tierra nueva perenne heredad.

Si al mirar hacia atrás somos tentados
de volver al Egipto seductor,
el Espíritu empuja con su fuerza
a avanzar por la vía del amor.

El maná es el don que el cielo envía,
pero el pan hoy se cuece con sudor;
leche y miel nos dará la tierra nueva
si el trabajo es fecundo y redentor.

Y Jesús nos dará en el calvario
su lección “hágase tu voluntad”;
y su sangre vertida por nosotros
será el precio de nuestra libertad.

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Esta oración se utiliza como canto de entrada de la Eucaristía

miércoles, 11 de marzo de 2009

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación (Canto de Comunión)

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación (bis).

Tú me guías por sendas de justicia,
me enseñas la verdad.
Tú me das el valor para la lucha,
sin miedo avanzaré.

Iluminas las sombras de mi vida,
al mundo das la luz.
Aunque pase por valles de tiniebla,
yo nunca temeré.

Yo confío el destino de mi vida
al Dios de mi salud.
A los pobres enseñas el camino,
su escudo eres Tú.

El Señor es la fuerza de su pueblo,
su gran liberador.
Tú le haces vivir en confianza,
seguro de tu poder.

domingo, 1 de marzo de 2009

Canto del Ofertorio


Libertador de Nazaret,
ven junto a mi, ven junto a mi.
Libertador de Nazaret,
¿qué puedo hacer sin ti?

Yo sé que eres camino, que eres la vida y la verdad;
yo sé que quien te sigue sabe a dónde va.
Quiero vivir tu vida, seguir tus huellas, tener tu luz,
quiero beber tu cáliz, quiero llevar tu cruz.

jueves, 19 de febrero de 2009

Himno a San Pablo

¿Cómo has logrado, Señor,
este cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?


Pablo muele en el molino
el Antiguo Testamento;
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe
dictadas por el amor.

Infatigable viajero
recorres la tierra entera:
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida
vas a la meta, de suerte
que solo Cristo es tu vida
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria
de Jesús crucificado
para compartir la gloria
del Señor resucitado.

Amén.

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La letra es del Oficio de Laudes de la Fiesta de la Conversión de San Pablo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Oración del Papa Juan Pablo II en el sitio del bautismo de Cristo durante su visita a Tierra Santa


¡Gloria a ti, oh Padre,
Dios de Abraham, Isaac y Jacob!

Tú has enviado a tus siervos,
los profetas, a proclamar tu palabra
de amor fiel y a llamar
a tu pueblo al arrepentimiento.
A las orillas del río Jordán,
has suscitado a Juan el Bautista,
una voz que grita en el desierto,
enviado a toda la región del Jordán,
a preparar el camino del Señor,
a anunciar la venida de Cristo.

¡Gloria a ti, oh Cristo, Hijo de Dios!

Has venido a las aguas del Jordán
para ser bautizado por manos de Juan.
Sobre ti el Espíritu descendió como una paloma.
Sobre ti se abrieron los cielos,
y se escuchó la voz del Padre:
"Este es mi Hijo, el Predilecto!"
Del río bendecido con tu presencia
has partido para bautizar no solo con agua
sino con fuego y Espíritu Santo.

¡Gloria a ti, oh Espíritu Santo, Señor!

Por tu poder la Iglesia es bautizada,
descendiendo con Cristo en la muerte
y resurgiendo junto a Él a una nueva vida.
Por tu poder, nos vemos liberados del pecado
para convertirnos en hijos de Dios,
el glorioso cuerpo de Cristo.
Por tu poder, todo temor es vencido,
y es predicado el Evangelio del amor
en cada rincón de la tierra, para la gloria de Dios,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
a Él todo honor en este año Jubilar
y en todos los siglos por venir.
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Esta oración fue elevada al Cielo por Su Santidad el Papa Juan Pablo II el día 21 de marzo de 2000 en Wadi Al Jarrar (Jordania).

martes, 10 de febrero de 2009

De un Dios que se encarnó


De un Dios que se encarnó muestra el misterio
la luz de Navidad.

Comienza hoy, Jesús, tu nuevo imperio
de amor y de verdad.

El Padre eterno te engendró en su mente
desde la eternidad,
y antes que el mundo, ya eternamente,
fue tu Navidad.

La plenitud del tiempo está cumplida;
rocío bienhechor
baja del Cielo, trae nueva vida
al mundo pecador.

¡Oh santa noche! Hoy Cristo nacía
en mísero portal;
Hijo de Dios, recibe de María
la carne mortal.

Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo
cantar quiere tu amor,
y, junto con los ángeles del Cielo,
te ofrece su loor.

Este Jesús en brazos de María
es nuestra redención;
cielos y tierra con su abrazo unía
de paz y de perdón.

Tú eres el Rey de paz, de ti recibe
su luz el porvenir;
Ángel del gran Consejo, por ti vive
cuanto llega a existir.

A ti, Señor, y al Padre la alabanza
y de ambos al Amor.

Contigo al mundo llega la esperanza;
a ti gloria y honor.

Amén.
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Este himno está tomado de la Liturgia de las Horas del día de Navidad.

domingo, 8 de febrero de 2009

Quédate junto a nosotros (Canto de la Comunión)

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.

Avanzamos solos por nuestro camino
cuando vimos a la vera un peregrino
nuestros ojos ciegos de tanto penar
se llenaron de vida, se llenaron de paz.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.


Buen amigo quédate a nuestro lado,
pues el día ya sin luces se ha quedado
con nosotros quédate para cenar
y comparte mi mesa y comparte mi pan.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.


Tus palabras fueron la luz de mi espera
y nos diste una fe más verdadera
al sentarnos junto a ti para cenar
conocimos quién eras, al partirnos el pan.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.

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Este canto se suele hacer mientras los fieles reciben la Sagrada Comunión.