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jueves, 16 de julio de 2020

Te damos gracias, Padre, por la vida recibida


Te damos gracias, Padre, por la vida recibida y por los frutos existentes en el mundo.

Muchos han sido los justos que, a lo largo de la historia, han plantado, con gran esfuerzo, una viña.

Nos preocupa tu palabra exigente frente a la inutilidad de muchos sarmientos
y a la esterilidad de innumerables viñas.

No obstante, esperamos un fruto universal, un rescate, una liberación.

Y porque esperamos, te damos gracias.

Tú nunca te cansas de esperar, siempre prometes nuevas viñas.

Envíanos tu Espíritu: que haga nuestra acción más clarividente y más fraterna,
para que el mundo se parezca a la viña que Tú deseas como paraíso.

Acuérdate de tu pueblo sencillo, que es manejado con banderas falseadas y estandartes desorientadores.

Acuérdate de todos nosotros y de todos los que trabajan por una sociedad mejor.

Amén.

 

domingo, 10 de mayo de 2020

Acción de gracias después de la confesión


Te agradezco, Señor, el haberme perdonado mis faltas;
haz que te ame cada día más y que siempre haga tu Santísima Voluntad.


Virgen Santísima, intercede por mí y guárdame en la gracia de Dios,
como estoy en estos momentos.


Cuida mis sentidos y mi corazón hasta mi muerte.


Amén.

martes, 23 de noviembre de 2010

Acción de gracias


Te damos gracias, Padre Santo,
porque, al crear a los hombres, tanto los dignificaste
que pusiste en ellos la imagen de tu propio amor,
que se hace visible en la unión del varón y la mujer.

Estableciste, asimismo la nueva alianza con tu pueblo,
para hacer partícipes de la naturaleza divina
y coherederos de tu gloria
a los redimidos por la muerte
y la resurrección de Jesucristo.
Esta suerte la has significado en la unión del hombre y la mujer,
de modo que el sacramento del matrimonio nos recuerda
tu amor inefable por nosotros.

También te damos gracias porque,
mediante el suave yugo del amor y el vínculo indisoluble de la unidad,
has hecho más fuerte la alianza entre los esposos,
haz que, por su honesta fecundidad, crezca el número
de tus hijos de adopción como miembros de tu Iglesia.

Te pedimos por nuestras familias,
para que, siguiendo el ejemplo de la de Nazaret,
practiquen las virtudes domésticas,
mantengan vivo el amor
y lleguen a gozar así de los premios de tu reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

lunes, 10 de mayo de 2010

Oración de acción de gracias y de petición



Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos, porque nunca nos dejas solos, y te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.

Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido a través de un inmenso desierto, y hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu.

Fortalécenos con este mismo Espíritu para que todos nosotros, pueblo de Dios, caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio. Así, por medio de tu Hijo, que nos abre el camino de la vida, llegaremos, a travé de este mundo, al gozo perfecto de tu reino.

Padre de bondad y Señor del Universo, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación.

Tu Espíritu, Señor, mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión.

Con tu acción eficaz, Padre santo, consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.

Por eso Tú no cesas, Señor, de convocar a hombres de toda raza y cultura por medio del Evangelio de tu Hijo, y los reúnes en un solo cuerpo, que es la Iglesia.

Esta Iglesia, vivificada por tu Espíritu y a imagen de tu Trinidad santa, resplandece como signo de la unidad de todos los hombres, da testimonio de tu amor en el mundo y abre las puertas de la esperanza.

De esta forma se convierte en un signo de fidelidad a la alianza que has sellado con nosotros para siempre.

Reúnenos, pues, a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz.

Te pedimos, pues, que la Iglesia sea, en medio de nuestro mundo, instrumento de unidad, de concordia y de paz.