Oh María, Madre de la Iglesia,
te encomiendo
toda la vida consagrada,
a fin de que Tú le alcances
la plenitud de la luz divina:
que viva en la escucha
de la Palabra de Dios,
en la humildad del seguimiento
de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor,
en la acogida
de la visita del Espíritu Santo,
en la alegría cotidiana del Magníficat,
para que la Iglesia sea edificada
por la santidad de vida
de estos hijos e hijas tuyos,
en el mandamiento del amor.
Amén.
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Esta oración fue elevada al Cielo, en la basílica de San Pedro del Vaticano, por Su Santidad el Papa Benedicto XVI, durante las segundas vísperas de la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, el día 2 de febrero de 2011, Jornada mundial de la vida consagrada.