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miércoles, 2 de enero de 2019

Oración en familia para el día de Santa María, Madre de Dios


La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en
un lugar digno de la casa.


Quien proclama el evangelio dice:

 
Escuchemos el santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 16-21).


«Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.


María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho».


El padre o la madre:

 
María, Madre de Dios y Madre nuestra, te ofrecemos este año que hoy estrenamos. Te pedimos que en él recibamos las continuas bendiciones de tu Hijo, nuestro Dios y Señor, y que seamos testigos vivos de fe por la santidad de nuestras obras.


Todos:
 

Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita!

Delante del belén se puede cantar un villancico (“Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”...).

 
Un niño o el más joven puede hacer esta oración:

 
Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.

martes, 25 de diciembre de 2018

Oración en familia para el día de la Sagrada Familia


La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en un lugar digno de la casa. 

Durante este día se puede fijar el momento para, delante de las imágenes de Jesús, María y José, rezar un misterio del Santo Rosario. 

Quien proclama el evangelio dice: 

Escuchemos el santo evangelio según san Lucas (Lc 2, 22-40). «Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él. 

Misterio del Santo Rosario: el nacimiento del Niño Jesús

Intención: queremos ofrecer este misterio por todas las familias para que, siguiendo el modelo de María y José, acojamos al Niño en nuestras familias. 


- Dios te salve, María (10 veces)


Delante del belén, se puede cantar un villancico (“Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”…). 

Un niño o el más joven pueden hacer esta oración:

Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.
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Esta oración en familia es adecuada para el día de la Sagrada Familia que se celebra el domingo que cae entre la Octava de Navidad (del 25 de diciembre al 1 de enero). Si no hay domingo entre esos dos días, se celebra el 30 de diciembre. 

Véase, también, la Oración para la Fiesta de la Sagrada Familia y la Oración por la familia.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Oración en familia para el día de Navidad



La familia se reúne ante el pesebre que se ha construido en un lugar digno de la casa. Un lector (alguien de la familia) dice:

Nos ha amanecido un día sagrado; venid naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.

Quien proclama el Evangelio dice:


Escuchemos el santo evangelio según san Juan (Jn 1, 1-18). «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Éste estaba en el principio junto a Dios. Por medio de Él se hizo todo, y sin Él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Él. No era Él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de Él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: “Este es de quien dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer».

Delante del belén se puede cantar un villancico (por ejemplo, “Dime Niño”, “El tamborilero”, “Noche de Paz”...).

Un niño o el más joven puede hacer esta oración: 


Jesús, te damos gracias porque has venido a nosotros, porque te has hecho hombre. Hemos adornado nuestra casa en tu honor. Ayúdanos a que siempre tengamos preparado nuestro corazón para recibirte.