Oh, Señor,
que guiaste a tu pueblo por el desierto
a la tierra prometida;
Tú llamaste a los discípulos
y caminaste con ellos anunciando el Evangelio
y los condujiste a Jerusalén,
para que, a través de tu pasión y muerte,
conocieran la gloria de tu resurrección.
Ahora, que acompañas a tu Iglesia,
peregrina en el mundo,
te pedimos que envíes sacerdotes
que caminen hoy junto a aquellos
que convocas en tu Iglesia;
que nos fortalezcan y consuelen
con la unción del Espíritu Santo;
que nos animen e iluminen
con la predicación de tu Palabra;
que nos alimenten y sostengan
con la celebración de la eucaristía
y la entrega de su propia vida.
Amén.