Te
damos gracias, Señor
porque
eres el amor y la vida,
el Buen
Pastor.
Sin
nombrarte o reconociendo
tu nombre,
todos
los hombres te buscan.
También
te buscamos nosotros,
cuando
escuchamos tu voz
y te
seguimos.
Te bendecimos,
porque el Espíritu,
que
todos llevamos dentro,
nos
impulsa a reconocer tu palabra y tu obra
en las
encrucijadas de la vida,
allí
donde hermanos nuestros
trabajan
por la verdad,
la
justicia, la libertad.
En el
fondo de nosotros mismos
sentimos
una llamada a la vida,
a la
bondad, a la sinceridad.
Es el
eco de tu voz que resuena
en lo
más profundo
de cada
ser humano.
Con la
inmensa muchedumbre de los que te siguen
te
damos gracias.