Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros
los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor
en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad
de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos.
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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Fue escrito en latín en el Siglo IX, probablemente, por Rábano Mauro, escritor, filósofo y teólogo alemán. Fue musicado para el canto gregoriano.