Hoy queremos bendecirte y alabarte
porque tu amor y misericordia
se extienden sobre nosotros
de generación en generación.
Por amor y a imagen tuya nos creaste,
y aunque el hombre se ha alejado de ti
malgastando la herencia recibida,
pensando ser él mismo Dios
y gobernando el mundo a su arbitrio
sin tener que contar con la voluntad divina,
Tú no lo has abandonado
sino que en Jesucristo vienes a buscarlo,
movido por tu corazón de Padre,
como a la oveja perdida
y lo buscas para hacerle recobrar
su dignidad de hijo en la casa paterna.
Haz que, movidos por tu amor, podamos decir:
"Me levantaré e iré a mi Padre"
para sentir tu abrazo paterno
y participar en la fiesta
que has preparado para todos los hombres.
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La oración es, especialmente, apropiada para finalizar la Santa Misa cuando se ha leído la Parábola del Hijo Pródigo.