Préstame, Madre, tus ojos,
para con ellos mirar, porque si por ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios,
para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua,
para poder comulgar, pues es tu lengua materna, de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos,
para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto,
para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo,
para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿qué más puedo yo desear?
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Esta oración es una aportación de Margarita Escutia, a través de Google+.