Señor, enséñanos a no amarnos a nosotros mismos, a no amar solamente a nuestros amigos, a no amar solo a aquellos que nos aman.
Enséñanos a pensar en los otros y a amar, sobre todo, a aquellos a quienes nadie ama.
Concédenos la gracia de comprender que, mientras nosotros vivimos una vida demasiado feliz, hay millones de seres humanos, que son también tus hijos y hermanos nuestros, que mueren de hambre, sin haber merecido morir de hambre; que mueren de frío, sin haber merecido morir de frío…
Señor, ten piedad de todos los pobres del mundo. Y no permitas, Señor, que nosotros vivamos felices solos.
Haznos sentir la angustia de la miseria universal, y líbranos de nuestro egoísmo.
Amén.