Oración inicial
Oh Jesús, ahora deseo rezar la
oración del Señor siete veces junto con el amor con que Tú santificaste esta
oración en tu Corazón. Tómala de mis labios hasta tu Sagrado Corazón. Mejórala
y complétala para que le brinde tanto honor y felicidad a la Trinidad en la
tierra como Tú lo garantizaste con esta oración. Que esta se derrame sobre tu
santa humanidad para la glorificación de tus dolorosas heridas y la
preciosísima Sangre que Tú derramaste de ellas.
Amén.
1. La circuncisión
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las primeras heridas, los primeros dolores y el primer derrame de sangre como expiación de los pecados de mi infancia y de toda la humanidad, como protección contra el primer pecado mortal, especialmente entre mis parientes.
2. La agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco el intenso sufrimiento del Corazón de Jesús en el Huerto de los Olivos y cada gota de sudor de sangre como expiación de mis pecados del corazón y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.
3. La flagelación
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre de la flagelación como expiación de mis pecados de la carne y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y la preservación de la inocencia, especialmente entre mis parientes.
4. La coronación de espinas
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada cabeza de Jesús luego de la coronación de espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el reino de Cristo aquí en la tierra.
5. Cargando la cruz
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos en el camino a la cruz, especialmente la santa herida en su hombro y la preciosísima sangre como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de palabra, como protección contra tales pecados y para un verdadero amor a la cruz.
6. La crucifixión de Jesús
Padre Eterno, por medio de las
manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco a tu Hijo
en la cruz, cuando lo clavaron y lo levantaron, las heridas en sus manos y en
sus pies y los tres hilos de la preciosísima sangre que derramó allí por
nosotros, las extremas torturas del cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su
renovación no sangrienta en todas las santas misas de la Tierra, como expiación
de todas las heridas contra los votos y normas dentro de las Órdenes, como
reparación de mis pecados y los de todo el mundo, por los enfermos y moribundos,
por todos los santos sacerdotes y laicos, por las intenciones del Santo Padre
por la restauración de las familias cristianas, para el fortalecimiento de la
Fe, por nuestro país y por la unión de todas las naciones en Cristo y su
Iglesia, así como también por la diáspora.
7. La llaga del costado de Jesús
Padre Eterno, acepta como dignas,
por las necesidades de la Santa Iglesia y como expiación de los pecados de toda
la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que manó de la herida del
Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con nosotros. ¡Sangre de
Cristo, el último contenido precioso de su Sagrado Corazón, lávame de todas mis
culpas de pecado y las de los demás! ¡Agua del costado de Cristo; lávame totalmente
de las penitencias del pecado y extingue las llamas del Purgatorio para mí y
para todas las almas del Purgatorio! Amén.
Aquí
está lo que les pido que digan (treinta días, inmunidad inmediata):
Oh Padre Celestial, por
el amor de tu amado Hijo Jesucristo, cuya pasión en la cruz, nos salvó del
pecado, por favor salva a todos aquellos que todavía rechazan su mano
Misericordiosa. Inunda sus almas, querido Padre, con tu prenda de amor. Te
suplico Jesús que con tu Padre Celestial, escuches mis oraciones y salves estas
almas de la eterna condenación. A través de tu Misericordia, permíteles ser los
primeros en entrar a la Nueva Era de Paz en la Tierra.
Amén.
Amén.
Deben
decir esta oración por siete días consecutivos y les será dado el don de la
absolución total y el poder del Espíritu Santo:
Oh mi Jesús, Tú eres la Luz de la
Tierra. Eres la llama que toca todos los corazones. Tu misericordia y amor no conocen
límites. No somos dignos del sacrificio que hiciste con tu muerte en la cruz. Sin
embargo sabemos que tu amor por nosotros es mayor que el amor que tenemos por
ti. Concédenos, Oh Señor, el don de la
humildad, para que así seamos merecedores de tu Nuevo Reino. Llénanos con el Espíritu Santo,
para que así podamos marchar hacia adelante y guiar a tu ejército para proclamar
la verdad de tu Santa Palabra y preparar a nuestros hermanos y hermanas para la
Gloria de tu Segunda Venida a la Tierra. Te honramos. Te alabamos. Nos ofrecemos a nosotros mismos,
nuestras penas, nuestros sufrimientos, como un don a ti para la salvación de
las almas. Te amamos Jesús. Ten Misericordia de tus hijos
donde sea que ellos estén.
Amén.
Amén.
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Santa
Brígida recibió dos juegos de oraciones de Nuestro Señor
Jesucristo (ver las quince oraciones de Santa Brígida para rezar durante un año en el post de 3 de abril de 2012)
y otro juego de Nuestra Madre la Santísima Inmaculada Virgen María. De
la Santísima Virgen recibió la devoción diaria a sus Siete Dolores que
se reza durante doce años. En caso que
la persona que las rece muera antes que pasen los doce años, el Señor aceptará
estas oraciones como si se hubieran rezado en su totalidad. Si se saltase un
día o un par de días con justa causa, podrán ser compensadas al final de los doce años.
Promesas:
1. El alma que las reza no
sufrirá ningún Purgatorio.
2. El alma que las reza será
aceptada entre los mártires como si hubiera derramado su propia sangre por la
fe.
3. El alma que las reza puede
(debe) elegir a otros tres a quienes Jesús mantendrá luego en un estado de
gracia suficiente para que se santifiquen. Hay que escribir tres nombres
de personas vivas en un papel y guardarlo. Los nombres no se pueden cambiar.
4. Ninguna de las cuatro
generaciones siguientes al alma que las reza se perderá.
5. El alma que las reza será
consciente de su muerte un mes antes de que ocurra