Palabra que fue luz el primer día
y en boca de profetas fue clamor,
denuncia compromiso y fuerza viva;
eterno resplandor.
Palabra como zarza siempre ardiente,
Palabra como lluvia en pedregal.
Palabra como sol en nuestra frente,
impulso hasta el final.
Palabra que en la tierra habitaría,
cuando el tiempo llegó a la plenitud.
Palabra que en el seno de María,
nos trajo la salud.
Palabra que, sin ser palabra vana,
es carne y sangre de nuestro existir,
y ríe y llora, y se hace voz humana,
y sabe compartir.
Palabra que es el sí definitivo,
amén y conclusión de nuestra fe.
El día en que veremos al Dios vivo,
viviendo siempre en El.