Te damos gracias, Padre, por la vida recibida y por los frutos existentes en el mundo.
Muchos han sido los justos que, a lo largo de la historia, han plantado, con gran esfuerzo, una viña.
Nos preocupa tu palabra exigente frente a la inutilidad de muchos sarmientos
y a la esterilidad de innumerables viñas.
No obstante, esperamos un fruto universal, un rescate, una liberación.
Y porque esperamos, te damos gracias.
Tú nunca te cansas de esperar, siempre prometes nuevas viñas.
Envíanos tu Espíritu: que haga nuestra acción más clarividente y más fraterna,
para que el mundo se parezca a la viña que Tú deseas como paraíso.
Acuérdate de tu pueblo sencillo, que es manejado con banderas falseadas y estandartes desorientadores.
Acuérdate de todos nosotros y de todos los que trabajan por una sociedad mejor.
Amén.