jueves, 19 de febrero de 2009

Himno a San Pablo

¿Cómo has logrado, Señor,
este cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?


Pablo muele en el molino
el Antiguo Testamento;
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe
dictadas por el amor.

Infatigable viajero
recorres la tierra entera:
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida
vas a la meta, de suerte
que solo Cristo es tu vida
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria
de Jesús crucificado
para compartir la gloria
del Señor resucitado.

Amén.

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La letra es del Oficio de Laudes de la Fiesta de la Conversión de San Pablo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Oración del Papa Juan Pablo II en el sitio del bautismo de Cristo durante su visita a Tierra Santa


¡Gloria a ti, oh Padre,
Dios de Abraham, Isaac y Jacob!

Tú has enviado a tus siervos,
los profetas, a proclamar tu palabra
de amor fiel y a llamar
a tu pueblo al arrepentimiento.
A las orillas del río Jordán,
has suscitado a Juan el Bautista,
una voz que grita en el desierto,
enviado a toda la región del Jordán,
a preparar el camino del Señor,
a anunciar la venida de Cristo.

¡Gloria a ti, oh Cristo, Hijo de Dios!

Has venido a las aguas del Jordán
para ser bautizado por manos de Juan.
Sobre ti el Espíritu descendió como una paloma.
Sobre ti se abrieron los cielos,
y se escuchó la voz del Padre:
"Este es mi Hijo, el Predilecto!"
Del río bendecido con tu presencia
has partido para bautizar no solo con agua
sino con fuego y Espíritu Santo.

¡Gloria a ti, oh Espíritu Santo, Señor!

Por tu poder la Iglesia es bautizada,
descendiendo con Cristo en la muerte
y resurgiendo junto a Él a una nueva vida.
Por tu poder, nos vemos liberados del pecado
para convertirnos en hijos de Dios,
el glorioso cuerpo de Cristo.
Por tu poder, todo temor es vencido,
y es predicado el Evangelio del amor
en cada rincón de la tierra, para la gloria de Dios,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
a Él todo honor en este año Jubilar
y en todos los siglos por venir.
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Esta oración fue elevada al Cielo por Su Santidad el Papa Juan Pablo II el día 21 de marzo de 2000 en Wadi Al Jarrar (Jordania).

martes, 10 de febrero de 2009

De un Dios que se encarnó


De un Dios que se encarnó muestra el misterio
la luz de Navidad.

Comienza hoy, Jesús, tu nuevo imperio
de amor y de verdad.

El Padre eterno te engendró en su mente
desde la eternidad,
y antes que el mundo, ya eternamente,
fue tu Navidad.

La plenitud del tiempo está cumplida;
rocío bienhechor
baja del Cielo, trae nueva vida
al mundo pecador.

¡Oh santa noche! Hoy Cristo nacía
en mísero portal;
Hijo de Dios, recibe de María
la carne mortal.

Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo
cantar quiere tu amor,
y, junto con los ángeles del Cielo,
te ofrece su loor.

Este Jesús en brazos de María
es nuestra redención;
cielos y tierra con su abrazo unía
de paz y de perdón.

Tú eres el Rey de paz, de ti recibe
su luz el porvenir;
Ángel del gran Consejo, por ti vive
cuanto llega a existir.

A ti, Señor, y al Padre la alabanza
y de ambos al Amor.

Contigo al mundo llega la esperanza;
a ti gloria y honor.

Amén.
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Este himno está tomado de la Liturgia de las Horas del día de Navidad.

domingo, 8 de febrero de 2009

Quédate junto a nosotros (Canto de la Comunión)

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.

Avanzamos solos por nuestro camino
cuando vimos a la vera un peregrino
nuestros ojos ciegos de tanto penar
se llenaron de vida, se llenaron de paz.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.


Buen amigo quédate a nuestro lado,
pues el día ya sin luces se ha quedado
con nosotros quédate para cenar
y comparte mi mesa y comparte mi pan.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.


Tus palabras fueron la luz de mi espera
y nos diste una fe más verdadera
al sentarnos junto a ti para cenar
conocimos quién eras, al partirnos el pan.

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.

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Este canto se suele hacer mientras los fieles reciben la Sagrada Comunión.